Para vivir mejor la Misa III


Una de las cosas que más me llamaron la atención cuando leí por primera vez este librito de la Santa Misa, fue la parte de las ofrendas. Enterarme de lo que sucede con nuestros ángeles de la guarda en ese momento de la Misa fue y es realmente impresionante. Nunca había pensado bien en lo que significaba llevar los dones del pan y el vino en las ofrendas, sí tal vez un poco en eso de llevar nuestro trabajo, nuestras preocupaciones, rezar las intenciones de los fieles, perooo... ofrecer nuestra vida??? No sé si había llegado alguna vez a pensarlo. Fíjense lo que le cuenta la Virgen a Catalina, lo que sucede con los ángeles de la guarda de los que participan de la Misa bien, los que lo hacen más o menos, y los que van totalmente a desgano... para deslumbrarnos una vez más!!


Un momento después llegó el Ofertorio y la Santísima Virgen dijo Reza así: (y yo la seguía) Señor, te ofrezco todo lo que soy, lo que tengo, lo que puedo, todo lo pongo en Tus manos. Edifica Tú, Señor con lo poco que soy. Por los méritos de Tu Hijo, transfórmame, Dios Altísimo. Te pido por mi familia, por mis bienhechores, por cada miembro de nuestro Apostolado, por todas las personas que nos combaten, por aquellos que se encomiendan a mis pobres oraciones... Enséñame a poner mi corazón en el suelo para que su caminar sea menos duro. Así oraban los santos, así quiero que lo hagan”.

Y es que así lo pide Jesús, que pongamos el corazón en el suelo para que ellos no sientan la dureza, sino que los aliviemos con el dolor de aquel pisotón. Años después leí un librito de oraciones de un Santo al que quiero mucho: José María Escrivá de Balaguer y allá pude encontrar una oración parecida a la que me enseñaba la Virgen. Tal vez este Santo a quien me encomiendo, agradaba a la Virgen Santísima con aquellas oraciones.

De pronto empezaron a ponerse de pie unas figuras que no había visto antes. Era como si del lado de cada persona que estaba en la Catedral, saliera otra persona y aquello se llenó de unos personajes jóvenes, hermosos. Iban vestidos con túnicas muy blancas y fueron saliendo hasta el pasillo central dirigiéndose hacia el Altar.

Dijo nuestra Madre: “Observa, son los Ángeles de la Guarda de cada una de las personas que está aquí. Es el momento en que su Ángel de la Guarda lleva sus ofrendas y peticiones ante el Altar del Señor.”

En aquel momento, estaba completamente asombrada, porque esos seres tenían rostros tan hermosos, tan radiantes como no puede uno imaginarse. Lucían unos rostros muy bellos, casi femeninos, sin embargo la complexión de su cuerpo, sus manos, su estatura era de hombre. Los pies desnudos no pisaban el suelo, sino que iban como deslizándose, como resbalando. Aquella procesión era muy hermosa.

Algunos de ellos tenían como una fuente de oro con algo que brillaba mucho con una luz blanca-dorada, dijo la Virgen: “Son los Ángeles de la Guarda de las personas que están ofreciendo esta Santa Misa por muchas intenciones, aquellas personas que están conscientes de lo que significa esta celebración, aquellas que tienen algo que ofrecer al Señor...”

“Ofrezcan en este momento..., ofrezcan sus penas, sus dolores, sus ilusiones, sus tristezas, sus alegrías, sus peticiones. Recuerden que la Misa tiene un valor infinito por lo tanto, sean generosos en ofrecer y en pedir.”

Detrás de los primeros Ángeles venían otros que no tenían nada en las manos, las llevaban vacías. Dijo la Virgen: Son los Ángeles de las personas que estando aquí, no ofrecen nunca nada, que no tienen interés en vivir cada momento litúrgico de la Misa y no tienen ofrecimientos que llevar ante el Altar del Señor.”

En último lugar iban otros Ángeles que estaban medio tristones, con las manos juntas en oración pero con la mirada baja. “Son los Ángeles de la Guarda de las personas que estando aquí, no están, es decir de las personas que han venido forzadas, que han venido por compromiso, pero sin ningún deseo de participar de la Santa Misa y los Ángeles van tristes porque no tienen qué llevar ante el Altar, salvo sus propias oraciones.”

“No entristezcan a su Ángel de la Guarda... Pidan mucho, pidan por la conversión de los pecadores, por la paz del mundo, por sus familiares, sus vecinos, por quienes se encomiendan a sus oraciones. Pidan, pidan mucho, pero no sólo por ustedes, sino por los demás.”

“Recuerden que el ofrecimiento que más agrada al Señor es cuando se ofrecen ustedes mismos como holocausto, para que Jesús, al bajar, los transforme por Sus propios méritos. ¿Qué tienen que ofrecer al Padre por sí mismos? La nada y el pecado, pero al ofrecerse unidos a los méritos de Jesús, aquel ofrecimiento es grato al Padre.”

Aquel espectáculo, aquella procesión era tan hermosa que difícilmente podría compararse a otra. Todas aquellas criaturas celestiales haciendo una reverencia ante el Altar, unas dejando su ofrenda en el suelo, otras postrándose de rodillas con la frente casi en el suelo y luego que llegaban allá desaparecían a mi vista.

6 comentarios:

Juan dijo...

Impresionante. Me deja pensando, en cómo desperdiciamos esa realidad de nuestros ángeles, y de poder pedir insistentemente y siempre cada vez más, por las necesidades de todos , sin límites, del mundo entero. Tendríamos que ser más audaces en pedir, tendríamos que ser geniales en nuestra confianza en Dios, agarrarnos realmente de su brazo cuando nos tiende la mano, tratar deoy a pedir por mi comunidad parroquial? no! pido por la iglesia entera de todo el mundo! con el mismo corazón, con la misma preocupación, y con la confianza de que nuestro Padre es poderoso, y le estamos pidiendo algo tan sencillamente posible para él... lo mismo con la conversion de los pecadores, o de alguien al que todos señalan como caso perdido, o algun enemigo de la iglesia o de la vida, blanco de los juicios de todos los "buenos". Podemos ser confiados,Dios puede cambiar hasta el corazón mas duro...

Angelo dijo...

Me ha encantado. No puedes imaginarte lo que me ayudará a partir de ahora el conocer esta maravillosa forma de vivir la Misa. Gracias Flor. Creo que muchos católicos tienen que aprender a valorar la inmensidad del amor de una Misa. La entrega del Señor a cada uno. La presencia de todo el cielo en cada una de ella. Me siento muy consolado con tu entrada. Cuánto bien a las almas que lo lean. Dios te bendiga. Hoy he usado el dibujo de Juan, espero no le moleste.Unidos en el Rosario.Un abrazo a los siete

Hugo dijo...

Muchas Gracias por subir todo este material, es de gran ayuda para el alma de mucha gente. Por favor, nunca abandones esta tarea.

José Luis Carvajal dijo...

¡Muy hermoso, Florencia y Juan! Si llego a ir por Tandil, les aviso. Los bendigo a los siete. Unidos en la oración, p. José Luis

Luis y Mª Jesús dijo...

De vez en cuando me olvido de los Ángeles de la Guarda y el mundo se me echa encima, hasta que me acuerdo y les pido que cuiden ellos de los míos, de mi y de esta sociedad que se está descomponiendo.
gracias Florencia
Un abrazo

Kike dijo...

Muy interesante. Nefecto, ahora veré el ofertorio de modo distinto. Salud y gracias por postear esto.